Espace Perecito



Es lunes 8 de abril de 2013, hace 24 días que tengo un dolor insoportable a la altura del esternón. El médico dice que debe ser una gastritis. Por las noches me desmayo del cansancio que tengo. Y a eso de las cinco de la mañana, el dolor me despierta y me jode todo el día hasta que vuelvo a desmayarme a la noche.
Pero hoy es distinto. Siento un dedo huesudo que golpea sobre mi hombro. Alguien que intenta despertarme. Apenas puedo abrir los ojos. Por la luz que entra por la ventana, creo que deben ser entre las cinco y las seis de la mañana. Trato de despertarme, de entender qué ocurre. Parece ser que hay alguien al costado de mi cama. Alguien que con una voz muy afectada, como voz de actor malo de película hollywoodense, me dice:
- Tu tiempo se terminó.
No entiendo un carajo. Estoy completamente dormido y mientras intento sentarme en la cama, con mucho mal humor, le pregunto:
- ¿Qué hora es?
- La hora del final, me responde.
- ¿Qué? Estaba durmiendo, la puta madre que te parió. ¿Para qué venís a joderme?¿Quién carajo sos?, digo mientras me refriego los ojos.
Un poco enojada me responde:
- Algunos me dicen la huesuda, otros la parca. Científicamente soy un evento obtenido como resultado de la incapacidad orgánica de sostener la homeostasis. Si querés podés llamarme "la muerte".
No podía creer lo que escuchaba y mucho menos lo que veía. Huesuda, vestida con una sotana deshilachada y apoyada sobre su guadaña estaba frente a mí, con un aire de cansancio de siglos, la Dama Fría.
- ¿Y en qué puedo ayudarte?
- Vengo a buscarte.
- ¿Para?
- Eh, si querés podemos decir que es para hacer un viaje al otro mundo. Unas vacaciones eternas, dijo irónicamente.
- Perdoname. Creo no entender muy bien lo que me querés decir.
- ¡Que estás muerto, pelotudo!, me gritó mientras se sentaba al borde de la cama, metía su rostro entre las manos y bufaba.
- Bueno, no te pongas así, traté de calmarla. Es que me parece que hay un error.
- ¿Error?, dijo mirándome fijo. Hace 24 días que estoy intentando boletearte de un infarto y vos no das pelota.
- Pero el médico dijo…
- Ese médico es un boludo, me interrumpió.
Estaba sorprendido. Era fuerte lo que me decía.
- Pero,… no puedo morirme, traté de explicarle.
Me miró sonriendo sarcásticamente.
- No, de en serio te digo, quise convencerla. Escuchame, estamos grabando el segundo disco de Taquetepa. Hasta que no termine, no puedo morirme.
Parecía ni escucharme.
- Está también la Orquesta, insistí. Tengo que terminar de armar el repertorio. De en serio, che. No me jodas. Una vez que logro organizar tres ensayos en un mes con todos los músicos, me quejé.
- Mañana tengo un concierto, agregué sabiendo que no lograba ningún efecto positivo.
Respiró hondo y tratando de estar calmada me dijo:
- Mirá, estoy agotada. Este laburo no es fácil. Por favor te pido que no me la compliques.
Y empezó una larga perorata explicándome al detalle su trabajo.
- Por cuestiones protocolares, yo tengo que trabajar de manera artesanal. Es una tradición que estoy obligada a mantener. Tengo que presentarme frente al candidato y hacer toda la actuación de decir quién soy y a qué vengo. Escuchar, ver y sufrir siempre las mismas reacciones y después llevarlo hasta el famoso túnel con la lucecita en el fondo.
Continuó quejándose:
- Toma mucho tiempo. Por eso hay superpoblación en el mundo. Ustedes, los humanos, cogen más rápido de lo que yo logro matarlos. Son una plaga.
De arriba me presionan para lograr objetivos concretos y siempre me andan comparando con la naturaleza. Pero ella manda un tsunami, un virus y limpia con miles, ¿me entendés? Yo tengo que hacer uno por uno. Y encima, sufro la competencia desleal de la OTAN. Los hijos de puta mandan un par de avioncitos, tiran unas cuántas bombas y a la mierda: miles de muertos. Y además están todos los papeles que hay que completar. No sabés lo que es la parte burocrática de todo esto. Me exigen cubrir un cupo de 50 prestaciones diarias.
- Pero, una cosa que nunca entendí, pregunté interesado, habiendo tanto hijo de puta y tanto boludo en el mundo que podrían cubrirte el cupo diario, ¿por qué se llevan a tipos que valen la pena?
- Mirá, te explico, dijo. Tenemos lo que llamamos "Muertos por pedido", que es cuando del otro lado necesitan a alguien especial: un cocinero, un músico, etcétera. Después están los "Muertos voluntarios"…
- Los que se suicidan, dije empezando a entender cómo funcionaba la cosa.
- Claro, dijo alargando la a. Después tenemos los "Muertos por vencimiento", que son los que vos mencionás, los hijos de puta.
- Y los boludos, agrego.
Afirma con la cabeza mostrando un cierto enfado por no dejarla terminar de hablar.
- ¿Por vencimiento? insistí curioso.
- Sí, son los que nadie quiere del otro lado y esperan hasta último momento para reclamarlos. Así pasó con Pinochet, Galtieri y otros, y ahora pasa con Bettancourt, la reina de Inglaterra y Johnny Hallyday, por ejemplo.
- Claro, es comprensible, acoté.
- Y para terminar, están esos que mueren sorpresivamente. Que nadie lo esperaba, ¿viste? Un tipo súper sano al que se le cae un piano sobre la cabeza. Los llamamos "Muertos perejiles". Son los que me llevo a último momento para completar el cupo.
- Ajá, ¿y yo vendría a ser un muerto qué?
- Bueno, ¿cómo explicarte?, dudó. En realidad, la cuestión es que hoy … sólo logré llegar a 49…
- Ah, entendí, dije ofendido. Mirá, yo te entiendo y me encantaría ayudarte, pero lo que realmente me complica es que le prometí a Nicolás Duracka escribir en el blog hasta fin de año y además, con la jodita esta que me decís del infarto, estoy atrasado como dos semanas.
- Sí, ya sé, dijo un poco avergonzada.
- Lo siento mucho, pero no puedo, dije dándole un cierre definitivo a la discusión.
Hubo unos segundos de silencio y luego sincerándose conmigo, lentamente dijo:
- Es que además tengo un pedido muy especial, ¿sabés?
- No entiendo. ¿Soy un "Muerto por pedido"?
- No completamente. Es un pedido por afuera del sistema.
-¿Por izquierda?¿Un pedido trucho?
- Es que te quieren sacar del medio, dijo finalmente. Rompiste mucho las pelotas, completó sentenciándome.
De pronto me sentí contra la pared. No tenía salida. El terror comenzó a invadirme y no me dejaba pensar claramente. Mi cuerpo, mi mente y mi corazón, al no encontrar escapatoria, empezaron a ceder. Miles de imágenes de mi vida empezaron a pasar como un film por mi cabeza. Entristecí al pensar que iba a morir sin conocer Porto. Me odié al recordar lo que escribí en la Semaine #11 del Espace Perecito. Tendría que haber sido más duro. Estaba en mis últimas cavilaciones, cuando escuché "Livin' la vida loca" por Ricky Martin.
Abrí los ojos y le pregunté a la muerte:
- ¿Qué es eso?
- Nada, nada, dijo.
- ¿Escuchás Ricky Martin?, le pregunté burlándome.
- Bancame un minuto, me dijo sacando el celular de un bolsillo.
- Podés tomarte toda la eternidad que quieras, cedí.
Hizo una mueca de fastidio y respondió al llamado.
- Hola. Estoy ocupada ahora, ¿qué pasa?, escuché que decía ofuscada. Ajá. Bueno, bueno. Sí, claro, ya voy. Ok, hasta luego.
Cortó y se dirigió a mí:
- Bueno, disculpame, pero te tengo que dejar, dijo un poco contrariada.
- No hay problema, dije intentando parecer lo más normal posible.
- Tengo que estar en Inglaterra al mediodía para buscar a Margaret Thatcher y llevarla de urgencia al otro mundo.
- ¿Se le venció la fecha a la Dama de hierro?
- Parece ser. Nos vemos en otro momento, me dijo intentando ser amable.
- Y, no sé. Yo ando bastante ocupado últimamente. Si podés venir dentro de 50 o 60 años, mejor. Claro que si me desocupo antes, te llamo, aclaré.
- No te preocupes. Pero si no querés que nos veamos antes, hacé un poquito de régimen, aconsejó.
- Sí, aprovecho que hoy es lunes y empiezo.
- Ah, y lo del corazón ahora no puedo arreglártelo, tengo que salir rajando, pero pasate por un hospital cualquiera y te lo solucionan, ¿dale?
- Sí, no te preocupes, yo me encargo.
- Bueno, chau, entonces.
- Chau, un gusto haberte conocido, dije más automáticamente que de verdad.
Y así es cómo la muerte se fue de mi vida.
Me preparé un desayuno y esperé. Cuando Marie se despertó le dije:
- ¿Podés llamar a las urgencias?
 
 
Lundi 8 avril 2013, cela fait 24 jours que j’ai une douleur insupportable au niveau du sternum. Le médecin dit que ce doit être une gastrite. Le soir, je tombe de fatigue. Et vers cinq heures du matin, la douleur me réveille et m’emmerde toute la journée jusqu’à ce que je m’écroule à nouveau le soir.
Mais aujourd’hui c’est différent. Je sens un doigt osseux tapoter mon épaule. Quelqu’un qui essaie de me réveiller. Je peux à peine ouvrir les yeux. D’après la lumière qui entre par la fenêtre, je suppose qu’il est entre cinq heures et six heures du matin. J’essaie de me réveiller, de comprendre ce qu’il se passe. On dirait qu’il y a quelqu’un à côté de mon lit. Quelqu’un qui, d’une voix très artificielle, comme la voix d’un mauvais acteur de film hollywoodien, me dit :
- Ton temps est terminé.
J’y comprends que dalle. Je suis tout endormi, et en essayant de m’asseoir sur le lit, de très mauvaise humeur, je lui demande :
- Il est quelle heure ?
- L’heure de la fin, me répond la voix.
- Quoi ? J’étais en train de dormir, bordel de merde. Pourquoi tu viens me faire chier ? T’es qui d'abord ?, dis-je en me frottant les yeux.
Elle me répond, un peu fâchée :
- Certains m’appellent la Faucheuse, d’autres la Parque. Scientifiquement, je suis un évènement résultant de l’incapacité organique de maintenir l’homéostasie. Si tu veux, tu peux m’appeler « la mort ».
Je n’arrivais pas à croire ce que j’entendais et encore moins ce que je voyais. Décharnée, vêtue d’une soutane effilochée et appuyée sur sa faux, se trouvait face à moi, avec un air de fatigue séculaire, la Camarde.
- Que puis-je faire pour toi ?
- Je suis venue te chercher.
- Pour quoi faire ?
- Ben, si tu veux, on peut dire que c’est pour faire un voyage vers l’autre monde. Des vacances éternelles, dit-elle ironiquement.
- Excuse-moi. Je crois que je ne comprends pas très bien ce que tu veux me dire.
- Que t’es mort, couillon !, cria-t-elle en s’asseyant au bord du lit, prenant son visage entre ses mains et soufflant.
- C’est bon, ne te mets pas dans cet état, lui dis-je pour essayer de la calmer. C’est qu’il me semble qu’il y a erreur.
- Erreur ?, dit-elle en me regardant fixement. Ça fait 24 jours que j’essaye de t’expédier avec un infarctus et tu t’en fous.
- Mais le médecin a dit…
- Ce médecin est un con, interrompit-elle.
J’étais surpris. Ce qu’elle était en train de me dire était fort.
- Mais… je ne peux pas mourir, essayai-je de lui expliquer.
Elle me regarda avec un sourire sarcastique.
- Non, je dis ça sérieusement, dis-je pour la convaincre. Écoute, on est en train d’enregistrer le second disque de Taquetepa. Je ne peux pas mourir avant de le terminer.
Elle n’avait pas l’air de m’écouter.
- Et puis, il y a aussi l’Orchestre, insistai-je. Je dois finir de monter le répertoire. C’est vrai, quoi. Déconne pas. Pour une fois que j’arrive à organiser trois répétitions en un mois avec tous les musiciens !, me plaignis-je.
- Demain, j’ai un concert, ajoutai-je, sachant que je n’obtenais aucun effet positif.
Elle respira profondément et, essayant de rester calme, elle me dit :
- Écoute, je suis épuisée. Ce n’est pas un boulot facile. Je te demande de ne pas compliquer les choses, s’il te plaît.
Et elle commença un long laïus m’expliquant en détail son travail.
- Pour des raisons protocolaires, je dois travailler de manière artisanale. C’est une tradition que je suis obligée de conserver. Je dois me présenter face au candidat et effectuer toute la procédure de dire qui je suis et pourquoi je viens. Écouter, voir et subir chaque fois les mêmes réactions puis le conduire jusqu’au fameux tunnel avec la lumière au bout.
Elle poursuivit en se plaignant :
- Ça prend beaucoup de temps. C’est pour ça que le monde est surpeuplé. Vous, les humains, vous baisez plus rapidement que moi j’arrive à vous tuer. Vous êtes un fléau.
Là-haut, ils me mettent la pression pour atteindre des objectifs concrets et me comparent toujours avec la nature. Elle, elle envoie un tsunami, un virus et nettoie par milliers, tu comprends ? Moi, je dois faire ça un par un. Et en plus, je subis la concurrence déloyale de l’OTAN. Ces enfoirés envoient deux ou trois petits avions, lancent quelques bombes et voilà : des milliers de morts. Et puis il y a tous ces papiers à remplir. Tu n’imagines pas le côté bureaucratique de tout ça. Ils exigent de moi un quota de 50 prestations par jour.
- Mais, une chose que je n’ai jamais comprise, demandai-je intéressé, il y a tellement de fils de pute et de cons dans le monde qu’avec eux tu pourrais couvrir ton quota quotidien. Pourquoi n’emportent-ils pas des types qui en valent la peine ?
- Écoute, je t’explique. On a ce qu’on appelle les « Morts sur commande », lorsque de l’autre côté ils ont besoin de quelqu’un en particulier : un cuisinier, un musicien, etc. Ensuite, il y a les « Morts volontaires »…
- Ceux qui se suicident, dis-je, commençant à comprendre comment ça fonctionnait.
- Bien sûr, dit-elle en allongeant le « u ». Puis il y a les « Morts par expiration », ce sont ceux que tu mentionnes, les fils de pute.
- Et les cons, ajoutai-je.
Elle acquiesça d’un signe de tête, laissant voir un certain agacement parce qu’elle n’avait pas pu terminer sa phrase.
- Par expiration ?, insistai-je, curieux.
- Oui, ce sont ceux que personne ne veut de l’autre côté, et ils attendent le dernier moment pour les réclamer. C’est ce qui s’est passé avec Pinochet, Galtieri et d’autres, et c’est ce qui arrive en ce moment avec Bettencourt, la reine d’Angleterre et Johnny Hallyday, par exemple.
- Bien sûr, c’est compréhensible, commentai-je.
- Et pour finir, il y a ceux qui meurent par surprise. Ceux pour qui personne ne s’y attendait, tu vois ? Un type super sain qui reçoit un piano sur la tête. On les appelle les « Morts andouilles ». C’est ceux que j’emporte au dernier moment pour compléter le quota.
- Hum hum, et moi, je suis un mort quoi ?
- Eh bien, comment t’expliquer ?, hésita-t-elle. En fait, c’est qu’aujourd’hui… je suis seulement arrivée à 49…
- Ah, j’ai compris, dis-je offensé. Vois-tu, je te comprends et j’aimerais beaucoup t’aider, mais ce qui me pose vraiment problème, c’est que j’ai promis à Nicolas Duracka d’écrire sur le blog jusqu’à la fin de l’année et en plus, avec cette petite connerie d’infarctus dont tu me parles, je suis en retard d’environ deux semaines.
- Oui, je sais, dit-elle un peu honteuse.
- Je suis vraiment désolé, mais je ne peux pas, dis-je pour clore définitivement la discussion.
Il y eut quelques secondes de silence puis, se confiant à moi, elle dit lentement :
- C’est qu’en plus, j’ai une commande très spéciale, tu sais.
- Je ne comprends pas. Je suis un « Mort sur commande » ?
- Pas totalement. C’est une commande en dehors du système.
- Par derrière ? Une commande magouille ?
- C’est qu’ils veulent te dégager, dit-elle finalement. T’as bien cassé les couilles, me condamna-t-elle.
Je me suis tout à coup senti au pied du mur. Aucune issue. Un sentiment de terreur commençait à m’envahir et m’empêchait de penser avec clarté. Mon corps, mon esprit et mon coeur, ne trouvant pas d’échappatoire, se mirent à céder. Des milliers d’images de ma vie commencèrent à défiler dans ma tête, comme un film. Penser que j’allais mourir sans connaître Porto m’attrista. Je me haïs en me rappelant ce que j’avais écrit dans la Semaine #11 de l’Espace Perecito. J’aurais dû être plus dur. J’étais dans mes dernières réflexions lorsque j’entendis "Livin' la vida loca", de Ricky Martin.
J’ouvris les yeux et demandai à la mort :
- Qu’est-ce que c’est que ça ?
- Rien, rien, dit-elle.
- Tu écoutes Ricky Martin ?, lui demandai-je, moqueur.
- Attends une minute, me dit-elle en sortant le portable d’une poche.
- Tu peux prendre toute l’éternité que tu veux, cédai-je.
Elle fit une grimace agacée et répondit à l’appel.
- Salut. Je suis occupée là, qu’est-ce qu’il y a ?, l’écoutais-je dire, offusquée. Ah, bon, bon. Oui, bien sûr, j’y vais. OK, à plus tard.
Elle coupa et s’adressa à moi :
- Bon, excuse-moi, mais je dois te laisser, dit-elle un peu contrariée.
- Pas de problème, dis-je en essayant de paraître le plus normal possible.
- Je dois être en Angleterre à midi pour aller chercher Margaret Thatcher et l’emporter en urgence dans l’autre monde.
- La date de la Dame de fer a expiré ?
- Il semblerait. On se voit à un autre moment, me dit-elle en essayant d’être aimable.
- Je ne sais pas. Je suis pas mal occupé ces derniers temps. Si tu peux venir dans 50 ou 60 ans, c’est mieux. Évidemment, si je me libère avant, je t’appelle, clarifiai-je.
- Ne t’en fais pas. Mais si tu ne veux pas qu’on se voie avant, fais un peu de régime, me conseilla-t-elle.
- Oui, je profite qu’aujourd’hui c’est lundi pour commencer.
- Ah, et pour le coeur, je ne peux pas t’arranger ça maintenant, je dois filer en quatrième vitesse, mais va dans n’importe quel hôpital et ils feront ça, d’accord ?
- Oui, ne t’inquiète pas, je m’en occupe.
- Bon, alors ciao.
- Ciao, un plaisir de t’avoir connue, dis-je plus par automatisme que par vérité.
Et c’est ainsi que la mort s’en est allée de ma vie.
Je me suis préparé un petit-déjeuner et j’ai attendu. Quand Marie s’est réveillée, je lui ai dit :
- Tu peux appeler les urgences ?


Espace Perecito



Nuestros queridos educadores, los maestros, tienen la ardua tarea de instruir a aquellas personitas, que en un futuro devendrán ciudadanos del mundo, profesionales de los más diversos oficios y/o dirigentes corruptos.
Apostolado que no conoce de descansos ni premios, educar es, muchas veces, decepcionante por sus resultados. Pero los pedagogos, inmunes, impertérritos, invulnerables, continúan, a pesar de todo, en su labor educadora con la mirada fija en un objetivo preciso, un sólo propósito, una única meta: la jubilación.
Espace Perecito no es ciego ante la cruel realidad que aqueja a los artesanos del futuro, por eso en esta oportunidad, para no dejarlos solos en semejante empresa, para que se sientan comprendidos, apoyados y estimulados, traemos una actividad para realizar con los alumnos, con la cual podrán desarrollar diferentes campos de la educación.
El proyecto está compuesto por dos gráficos que funcionan como carteles indicadores de toilettes.
Antes que nada, debemos imprimir la cantidad necesaria de ejemplares para darle uno de cada uno a cada uno de los alumnos.
Una vez repartidas las láminas, dejamos que los niños expresen libremente su arte pintando la ilustración, a ellos mismos, a sus compañeros y al aula.
Gracias a la concepción en la realización del material didáctico, al mismo tiempo que pintamos, trabajamos idiomas y anatomía.
Una vez finalizada la tarea artística podemos, entre todos los integrantes de la clase, elegir el trabajo más bonito, de esta manera los educandos se inician en el arte de la democracia y conocen lo que es la competencia, el afán de vencer y la frustración de sentirse un artista incomprendido.
Para concluir, instalaremos los carteles seleccionados en las puertas de los baños de la escuela, implantando en los niños bases de civismo, de cooperación y de simbología.
En casa también podemos realizar ésta entretenida actividad. Si no tenemos dos baños, podemos poner ambos gráficos en la misma puerta. ¡Qué regocijo para los abuelos cuando vayan al sanitario a mear!
Aquellos niños, o grandes, que lo deseen, pueden enviarnos sus diseños por mail y nosotros los publicaremos en éste espacio.
Aquí los dos modelitos:

Nos chers éducateurs, les instituteurs, ont la tâche ardue d’instruire ces petites personnes qui dans le futur deviendront des citoyens du monde, des professionnels de métiers les plus divers et/ou des dirigeants corrompus.
Apostolat ne connaissant ni repos ni récompenses, éduquer est, souvent, décevant de par ses résultats. Mais les pédagogues, immunisés, imperturbables, invulnérables, continuent malgré tout leur labeur éducateur, le regard fixé sur un objectif précis, une intention unique, un seul but : la retraite.
Espace Perecito n’est pas aveugle face à la cruelle réalité qui touche les artisans du futur, ainsi aujourd’hui, pour ne pas les laisser seuls dans pareille entreprise, pour qu’ils se sentent compris, soutenus et stimulés, nous apportons une activité à réaliser avec les enfants, grâce à laquelle ils pourront développer différents domaines de compétence.
Le projet est composé de deux dessins qui fonctionnent comme panneaux indicateurs de toilettes.
Avant tout, il faut imprimer le nombre d’exemplaires nécessaire pour en donner un de chaque à chaque élève.
Une fois les planches distribuées, laissons les enfants exprimer librement leur art en peignant l’illustration, en se peignant eux-mêmes, leurs camarades et la classe.
Grâce à la conception du matériel didactique, tout en peignant, on travaille les langues et l’anatomie.
Une fois la tâche artistique terminée, on peut, avec tous les membres de la classe, choisir le travail le plus joli, ainsi les apprenants s’initient à l’art de la démocratie et découvrent ce que sont la compétition, la soif de vaincre et la frustration de se sentir un artiste incompris.
Pour conclure, on installera les panneaux sélectionnés sur les portes des toilettes de l’école, inculquant chez les enfants des bases de civisme, de coopération et de symbolique.
On peut également réaliser cette activité amusante à la maison. Si l’on n’a pas deux toilettes, on peut mettre les deux visuels sur la même porte. Quelle joie pour les grands-parents quand ils iront aux sanitaires pour pisser !
Les enfants, ou les plus grands, qui le désirent peuvent nous envoyer leurs dessins par mail et nous les publierons dans cet espace.
Voici les deux modèles



Espace Perecito, en otro esfuerzo denodado, trabajando por la cultura y la educación.


Espace Perecito, en un autre effort valeureux, travaillant pour la culture et l’éducation.

Concerts d'avril